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Pablo y Silas en la cárcel

Se produce un terremoto en la cárcel mientras Pablo y Silas alaban a Dios.
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Después de ordenar en el nombre de Jesús que un espíritu maligno abandonara a una esclava, Pablo y Silas se enfrentaron a una turba furiosa. Una vez liberada, la esclava perdió sus poderes como adivina y sus amos se enfurecieron. Los jueces de la ciudad ordenaron que Pablo y Silas fueran azotados con varas de madera en sus espaldas desnudas y que luego fueran echados en la cárcel. – Número de diapositiva 1
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El carcelero a cargo de la prisión fue amenazado de muerte si Pablo y Silas escapaban. – Número de diapositiva 2
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Pablo y Silas, con heridas dolorosas, se enfrentaron a un tiempo tortuoso. – Número de diapositiva 3
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El carcelero no quiso arriesgarse a que se escaparan y los encerró en el calabozo interior con los pies asegurados en el cepo. – Número de diapositiva 4
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Pablo y Silas estaban sufriendo mucho, pero estaban gozosos de sufrir de esa manera para Cristo. Como a medianoche,  oraban y cantaban himnos a Dios. – Número de diapositiva 5
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Los demás prisioneros escuchaban desconcertados de cómo Pablo y Silas alababan a Dios. – Número de diapositiva 6
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Pablo y Silas siguieron orando y cantando alabanzas a Dios. – Número de diapositiva 7
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El carcelero nunca había oído algo así, especialmente de los prisioneros que se habían enfrentado a semejante paliza. Esperaba que los prisioneros maldijeran y se enfadaran, no que se estuvieran alegres. – Número de diapositiva 8
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De repente se produjo un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel fueron sacudidos. Al instante se abrieron todas las puertas y las cadenas de todos los presos se soltaron. – Número de diapositiva 9
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El carcelero vio las puertas de la prisión abiertas de par en par, y suponiendo que los prisioneros habían escapado, sacó su espada para matarse. – Número de diapositiva 10
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Pero Pablo le gritó: "¡No lo hagas. Estamos todos aquí!". – Número de diapositiva 11
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El carcelero pidió luz y se precipitó adentro, y temblando de miedo, se postró ante Pablo y Silas. – Número de diapositiva 12
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Conduciéndolos fuera del calabozo interior, les rogó: "Señores, ¿qué debo hacer para salvarme?". – Número de diapositiva 13
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Ellos respondieron: "Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y toda tu casa". – Número de diapositiva 14
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Una vez asegurada la prisión, el carcelero llevó a Pablo y a Silas a conocer a su familia. – Número de diapositiva 15
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Pablo y Silas hablaron con el carcelero y su familia, contándoles las buenas noticias sobre Jesús. Todos los que vivían con el carcelero creyeron en Jesús y decidieron hacerse cristianos. – Número de diapositiva 16
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El carcelero lavó las heridas de Pablo y Silas y las dejó limpias. – Número de diapositiva 17
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Esa misma mañana, temprano, el carcelero y su familia fueron bautizados. – Número de diapositiva 18
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El carcelero, alegre, los condujo a su casa, donde todos se alegraron porque ahora todos eran creyentes. – Número de diapositiva 19
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Les dio a Pablo y a Silas una comida. – Número de diapositiva 20
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A la mañana siguiente, los magistrados superiores enviaron a unos oficiales para que le dijeran al carcelero: "Deja ir a esos hombres". Entonces el carcelero le dijo a Pablo que eran libres de irse. – Número de diapositiva 21
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Pero Pablo respondió: "Aunque somos ciudadanos romanos, nos han azotado públicamente sin hacernos juicio y nos han echado a la cárcel; ¿y ahora nos sueltan en secreto? ¡De ninguna manera! Que ellos mismos vengan a sacarnos". – Número de diapositiva 22
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Los oficiales informaron a los jueces, que temieron por sus vidas al saber que Pablo y Silas eran ciudadanos romanos. Así que fueron a la cárcel y les rogaron que se fueran. Los magistrados superiores les rogaron que salieran de la ciudad. – Número de diapositiva 23
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Pablo y Silas volvieron entonces a la casa de Lidia, donde se reunieron con los creyentes y les predicaron una vez más. – Número de diapositiva 24
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Luego continuaron su viaje hacia las ciudades de Anfípolis y Apolonia y hacia Tesalónica. – Número de diapositiva 25
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Número de diapositiva 26